04 julio 2008

Coldplay y mi encuentro cercano (y gratuito) con Chris Martin


Como parte de la gira promocional de Viva la Vida, el cuarto disco de los británicos de Coldplay lanzado el 12 de junio, la banda decidió realizar una serie de conciertos gratuitos en Estados Unidos y el Reino Unido.

El primero fue en Londres y le siguieron dos en Nueva York, uno en el Madison Square Garden y otro en el Rockefeller Center, al que por supuesto asistí.

Eran las cinco de la mañana, sí como diría Juan Luís Guerra, y nos despertábamos para ir al concierto, luego de la impresionante suma de dos horas de sueño. Tomamos el metro, cosa nada sencilla, y nos dirigimos a la quinta avenida con la 54. Por supuesto nos equivocamos y caminamos hacia arriba cuando debíamos ir hacia abajo, pero todavía no eran las siete así que no había problemas.
Mientras nos acercábamos empecé a escuchar ruidos, baterías… entonces nació ese impulso natural por correr, correr a donde sea. Llegamos a la típica pista de patinaje con las banderitas y todo, pero nada. No había nadie. Caminamos un poco más abajo y ahí estaban!!! Repleto de gente con pancartas y pulmones preparados para dar la vida gritando, Coldplay tocaba In my Place.

Terminaron y pasó un largo rato hasta que continuaron tocando Viva la Vida. Los señores oficiales de policía nos correteaban de todas las esquinas porque, al más puro estilo chilensis, no teníamos cabida entre las rejas e intentábamos colarnos, caminamos por lugares indebidos, encaramándonos y mirando entre la gente como si no supiéramos que nos colábamos y que había un séquito de pacos que nos querían echar…

Entonces veo a Chris Martin!!!! Cámara en mano nos metemos a un café desde donde se veía excelente… ahí sacamos algunas fotos hasta que, obviamente, nos echaron.

Más tarde comprendería que el show no había empezado… esos temas en vivo no correspondían más que a un vil ensayo. Ah, sí, me falta la aclaración… comprenderán que aquí se habla te tema, disco y banda, ok?

Asumiendo que no íbamos a encontrar un mejor lugar, nos sentamos en el suelo, al otro lado de la calle esperando que comenzara el concierto. Lo que no sabíamos era que, más que concierto, la cosa no era más que la grabación de un programa de televisión. Así es que entre tanto, nos pusimos a sacar fotos y a reírnos un tanto con los personajes que adornaban el cuadro.









Tipo siete y media las cámaras y las luces comenzaron a girar, prenderse y el público a gritar. En eso apareció un gordo que, imagino, debía ser el presentador del programa. La gente se puso a gritar como loca y yo sentía una rabia desmedida producto de tanta pancarta horrible y wuea que no me dejaba ver.
En fin. In My Place again. Y por si fuera poco, la repitieron. Es que parece que la primera versión había salido mal así es que había que tocarla nuevamente. El saldo total de veces tocada ascendió a cinco, suma no menor.

Fue tanta la euforia que no recuerdo bien el orden de los temas que tocaron. Sólo sé que escuché In My Place como ocho veces.
Acá podrás ver los videos de las canciones que tocaron:
- 42

Ya eran como las ocho y media y la gente tenía que trabajar, supongo. Entonces la cosa se estaba vaciando un poco. Nunca resignada a verlos de lejos, le dije a la Nacha y a la Panki: “Miren, la gente está saliendo por ahí, metámonos y nos sentamos en la reja, de todas maneras vamos a ver mejor”. Entonces cruzamos la calle y nos introdujimos por un espacio ínfimo. Nos sentamos y llamé a Gonzalo para contarle que los veía súper bien, que se escuchaba más o menos por ser al aire libre, pero que estaba muy entretenido. En eso la Panki se ha puesto a gritar como una loca.








Yo no entendía qué pasaba, me tomó mínimo cinco segundos entender… era Chris Martin que, en un arranque de locura, se había puesto a correr entre el público, parado en no sé qué y que estaba AL LADO de nosotras cantando. Estaba tan emocionada que ni me acuerdo qué cantaba. Entre gritos y risa nerviosa, trataba de explicarle a Gonzalo lo que pasaba.
Todavía no sé si me entendió o no, pero fue increíble. Lo tuvimos al lado, al lado. Qué emocionante.

Y bueno. Tocaron poquito rato y ya era la hora de irse.

Salieron del escenario y la gente, como buenos ciudadanos estadounidenses educados, comenzaron a retirarse lentamente. Nosotras, por supuesto, nos quedamos a ver “si pasaba algo”. Entonces me puse cerca de los gallos que estaban guardando los instrumentos de la banda y, con mi hermosa cara de “soy tan buena”, le pedí que me regalara la uñeta que estaba en la guitarra. Y es que claro, cómo me iba a retirar sin ningún souvenire. Jamás. Y bueno, por supuesto lo conseguí.


Para ver parte de la entrevista a Coldplay sólo tienes que entrar acá.